En la Conferencia de Estocolmo 1972 estaba todo lo que debimos haber hecho, pero que no hicimos

Volver a Estocolmo, en el sentido real de la frase es imposible. Solo en la ciencia ficción se puede regresar al pasado. Reversar la deforestación de los bosques es irreal. Se puede reforestar, sí, pero las superficies deforestadas son tan inmensas que sembrarlas de nuevo en los tiempos que se requieren es una utopía. Rebajar las PPM de la atmósfera quizás sea posible, pero la tecnología aún no existe. Limpiar los océanos, desacidificarlos y recuperar los arrecifes en vías de degradación es difícil.

Nuestra proposición de “Volver a Estocolmo” se traduce en analizar de nuevo lo que se estableció en Suecia y contrastarlo con lo realizado en los 50 años siguientes. Planteamos un proceso de revisión amplio y profundo a partir de Estocolmo, el punto de partida de los programas climáticos, para rectificar lo que aún sea posible. Deben sobrar científicos, expertos, juristas y personas de la sociedad civil que quieran contribuir con ello.

El revisionismo climático, además, deberá ser un llamado de atención a países, empresas y políticos sobre su responsabilidad de los pocos avances en estos 50 años. También debe ser un llamado de atención al 99% de las personas que habitan este planeta, que ignoran por completo lo ocurrido en Estocolmo y los años que lo siguieron.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), reconoce en su sitio web: “Ahora, 50 años después de la reunión de Estocolmo, el mundo se enfrenta a las tres crisis planetarias que amenazan su futuro: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación y los residuos…”

Lo bueno es que el espíritu de la Declaración de Estocolmo permanece allí, con sus 7 Proclamas y 26 Principios, escrita con la genialidad de mujeres y hombres de aquella época, tan permanente que 20 años después fue incorporada en Río 92 y hoy, medio siglo después, mantiene su vigencia y la siguen comparando con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Historia de la Conferencia

Entre el 5 y el 16 de junio de 1972 se protagonizó en la capital sueca la Primera Cumbre de la Tierra, así llamada por ser la primera conferencia mundial en hacer del medio ambiente un tema importante. En tiempos tan tempranos la convocatoria logró una excelente asistencia de 113 países, 19 organismos intergubernamentales y más de 400 organizaciones no gubernamentales. Maurice Strong, secretario general de la Conferencia de Estocolmo, afirmó tras el evento que el mensaje que prevaleció durante la Cumbre fue “la comprensión de que el hombre había llegado a uno de esos puntos fundamentales en su historia donde sus actividades son los principales determinantes de su propio futuro”.

¿Por qué Estocolmo fue la sede de la Primera Cumbre de la Tierra?

Cuatro años antes de la Conferencia de Estocolmo, también llamada “Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano”, Suecia acudió a la ONU para manifestar su preocupación:

«Que los cambios provocados por el hombre en el medio natural se habían convertido en un problema urgente para los países desarrollados y los países en desarrollo, y que estos problemas solo podían resolverse mediante la cooperación internacional».

Fue en aquel momento cuando el país nórdico propuso convocar una conferencia, bajo los auspicios de la ONU, con el fin de buscar una solución a los problemas del entorno humano. La idea fue aceptada y se acordó que Estocolmo sería la sede de la Conferencia.

Estocolmo fue un éxito en su momento

Estocolmo significó una oportunidad inédita para realizar un primer balance de los efectos de la actividad humana sobre el medio ambiente a través de una visión global. “Fue el origen de los primeros intentos de construir criterios básicos comunes para enfrentar la tarea de preservar y mejorar el medio humano”. Si a esto sumamos la alta respuesta a la convocatoria, la Conferencia fue un éxito tremendo.

De la Declaración de Estocolmo salieron metas y objetivos amplios, aunque no detallados, sobre política ambiental. Gracias a la Conferencia se incrementó el interés mundial por los temas ambientales. Además se intensificó la actividad legislativa en materia de derecho ambiental internacional.

Por otra parte, la Conferencia de Estocolmo vio su continuidad en la Cumbre de Río 92, Segunda Cumbre de la Tierra, mediante la incorporación de los 7 Proclamas y 26 Principios establecidos en Estocolmo. De Río de Janeiro, salieron las principales directrices para enfrentar el cambio climático con miras al siglo XXI. También la CMNUCC, Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y su brazo ejecutor las COP, Conferencia de las Partes, las reuniones climáticas anuales más importantes del mundo.

El balance de los 50 años siguientes

Apenas concluida la conferencia en Estocolmo, la tala indiscriminada de bosques se incrementó. Borneo, el pulmón del sudeste asiático, fue un caso desastroso entre 1970 y 2000+. Cabe destacar la deforestación agresiva de las selvas africanas y la selva del Amazonas, donde la intensificación de la tala de árboles tomó fuerza en los 1970, y su deforestación descontrolada ha continuado hasta hoy. También se incrementaron de manera exponencial las emisiones de gases de efecto invernadero, causadas por el tráfico automotor, las manufacturas livianas y las industrias pesadas.

En cuanto a los océanos la situación empeoró dramáticamente en los últimos 50 años. La sobrepesca de especies marítimas ha adquirido volúmenes alarmantes. Muchos peces no pueden reproducirse a la velocidad con la que son capturados. La contaminación de plásticos es tan grave que se han encontrado objetos de este material en profundidades inimaginables. La acidificación de las aguas debido al calentamiento trajo como consecuencia la disminución de los iones carbonato, necesarios para la formación de esqueletos y conchas de especies como cangrejos, langostas, almejas, ostras, colocándolos a estas especies en peligro de extinción.

Dos hechos numéricos, medibles e indiscutibles son los incrementos de PPM, las partes por millón de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera y su consecuencia, el aumento de la temperatura global. Los números hablan por sí solos. Veamos por ejemplo el incremento de las PPM que en 1750, en los inicios de la Revolución Industrial, se hallaban en 280 PPM, en 1972, año de la Conferencia de Estocolmo, se encontraban en 330 PPM. En 1992, año de la Cumbre de Río, su ubicaban en 360 PPM y hoy día ya han sobrepasado los 415 PPM. Esta es la razón por la cual la temperatura mundial ha batido su récord 17 veces en lo que va de este siglo XXI.

La responsabilidad de padres, abuelos y escuelas en la educación ambiental

Si su hijo o nieto hoy tiene entre 11 y 21 años, ¿Qué edad tendrá en 1972, cuando se celebre el centenario de la Conferencia de Estocolmo? Respuesta: entre 61 y 71 años. Cincuenta años pasan más rápido de lo que se cree.

Padres y abuelos deben jugar un papel importante en la inducción de sus hijos y nietos en los temas de educación climática y ambiental. Pero ellos deben estudiar primero. En la red se consigue mucha información en distintos niveles y plataformas. SGK-PLANET, para contribuir con la educación climática, pone a la disposición más de 1000 páginas de contenidos ambientales y climáticos. Si eres una abuelita o un abuelito retirado, aprovecha el tiempo y conviértete en un ambientalista listo para enseñar a los más jóvenes. Los padres deberían ocuparse por la educación ambiental de sus hijos y el cuidado del planeta. Las escuelas, colegios y liceos deben incorporar a sus programas habituales materias climáticas. No son tiempos de vacilaciones ni más dilaciones, hay que empezar ya.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss