Cada 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental. Es una fecha propicia para estimular el debate y la participación de todos en torno a la problemática del medio ambiente, el cambio climático y sus efectos a nivel global, así como la necesidad de cumplir con los ODS Objetivos y Metas de Desarrollo Sostenible. Entre los cuales está el ODS4 Educación de Calidad donde se incluye la Educación Ambiental.

La educación ambiental tiene como objetivo crear conciencia, tanto a nivel global como local, sobre la importancia que tiene la participación de todos para conservar y proteger nuestro medio ambiente. Busca incentivar la activación de las personas en sus comunidades, para enfrentar los impactos del cambio climático y promueve sumarse a las iniciativas mundiales para frenarlo.

Pero también busca que los gobiernos y organizaciones privadas se sumen creando políticas que procuren dar soluciones a las problemas ambientales, locales y también regionales. Con miras a desarrollar sociedades enfocadas en crear un mundo sostenible e inclusivo, que proporcione bienestar y paz para todos.

Un poco de historia

Se dice que el origen de la fecha se remonta a la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, Primera Cumbre de la Tierra, Estocolmo, Suecia, 16 de junio de 1972, según se indica en la Recomendación 96.

«1. Se recomienda al Secretario General, los organismos del sistema de las Naciones Unidas, en particular la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y las demás instituciones internacionales interesadas, tras consultarse y de común acuerdo, adopten las disposiciones necesarias a fin de establecer un programa internacional de educación sobre el medio, de enfoque interdisciplinario y con carácter escolar y extraescolar, que abarque todos los niveles de la enseñanza y se dirija al público en general, especialmente al ciudadano corriente que vive en las zonas rurales y urbanas, al joven y al adulto indistintamente, con miras a enseñarle las medidas sencillas que, dentro de sus posibilidades, pueda tomar para ordenar y controlar su medio.»

Como resultado, la UNESCO, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Centro de estudios internacionales de la Universidad de Belgrado, realizan del 13 al 22 de octubre de 1975, el Seminario Internacional de Educación Ambiental, en Belgrado, para ese entonces capital de Yugoslavia, actualmente de Serbia. Produce de forma unánime la creación de la declaración ambiental que se conoce como Carta de Belgrado.

En su redacción la carta definió, en sus seis apartados, dos metas ambientales, una meta de educación ambiental y seis objetivos de educación ambiental orientados al público general en dos categorías.

Contenido de la Carta:

  1. La situación en lo que se refiere al medio ambiente
  2. Metas ambientales
  3. Metas de la educación ambiental (EA)
  4. Objetivos de la educación ambiental: conciencia, conocimientos, actitudes, aptitudes y capacidad de evaluación.
  5. Destinatarios: “El principal destinatario de la educación ambiental es el público en general. La carta de Belgrado, Destinatarios, Belgrado, 1975”
  6. Principios orientativos de los programas de Educación Ambiental

En 1977, la UNESCO y el PNUMA realizan la I Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental, 14 al 26 de octubre, en Tbilisi, Georgia (exrepública Socialista Soviética), donde aprueban la Declaración de Tbilisi.

«En los últimos decenios, el hombre, utilizando el poder de transformar el medio ambiente, ha modificado aceleradamente el equilibrio de la naturaleza. Como resultado de ello, las especies vivas quedan a menudo expuestas a peligros que pueden ser irreversibles (…)
La educación ambiental, debidamente entendida, debería constituir una educación permanente general que reaccionara a los cambios que se producen en un mundo en rápida evolución. Esa educación debería preparar al individuo mediante la comprensión de los principales problemas del mundo contemporáneo, proporcionándole conocimientos técnicos y las cualidades necesarias para desempeñar una función productiva con miras a mejorar la vida y proteger el medio ambiente, prestando la debida atención a los valores éticos. Al adoptar un enfoque global, enraizado en una amplia base interdisciplinaria, la educación ambiental crea de nuevo una perspectiva general dentro de la cual se reconoce la existencia de una profunda interdependencia entre el medio natural y el medio artificial. Esa educación contribuye a poner de manifiesto la continuidad permanente que vincula los actos del presente a las consecuencias del futuro; demuestra además la interdependencia entre las comunidades nacionales y la necesaria solidaridad entre todo el género humano.»

En noviembre de 2021 se celebró en Glasgow, Escocia, la COP26, la Conferencia de la Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC). Entre las importantes reuniones que se dieron en esa oportunidad estuvo la Cumbre de Ministros de Educación y Medio Ambiente, realizada el 05 de nombre de 2021.

Allí bajo el lema «Aprende por nuestro planeta, actúa por el clima», los ministros representantes de los casi 200 países asistentes, responsables de abordar el cambio climático, adoptaron conjuntamente una «Declaración» con motivo de la COP26 en Glasgow, Reino Unido.

«Reconociendo el papel fundamental que desempeñan la educación y el aprendizaje en la transición hacia un futuro positivo para el clima y la urgencia de incorporar las consideraciones climáticas en todos los niveles de educación, nos comprometemos a colaborar e invertir en la educación para un futuro sostenible.»

Queda así entonces el compromiso de los gobiernos de los países participantes, en tomar las acciones necesarias para continuar con la urgente laboral de promover la «educación ambiental» en base a lo establecido en el Acuerdo de París en 2015, y que ahora tiene su «hoja de ruta» en el Pacto Climático de Glasgow de 2021.

Aíxa Chacín
Directora Editorial