COVID-19, cambio climático y recesión económica: tres crisis que podemos derrotar

El nuevo coronavirus aterrizó en nuestra existencia de una manera inesperada, arrancando vidas, volcando planes, desarticulando negocios, evaporando empleos y desvaneciendo sueños. El COVID-19 aún no ha sido derrotado y no podemos saber si habrá un rebote antes de la obtención de una vacuna.

En materia de lucha medioambiental, el Acuerdo de París ha sido aplazado y aún no tiene nueva fecha de realización. El vital documento para la humanidad corre peligro de perder su prioridad frente a la crisis económica. Las conferencias climáticas que se celebran durante el año, en diferentes ciudades, fueron canceladas.

El cambio climático no conoce de aplazamientos. En silencio, todos los días, sin retroceder un milímetro, nos acecha como el peligro mayor. Los bosques no han dejado de deforestarse durante el COVID-19 y más bien la tala de árboles se han incrementado en la Amazonía. Los deforestadores se han aprovechado de la disminución de controles para esquilmar con mayor hostilidad las selvas. Si esto no se logra, Sudamérica pudiera convertirse en la segunda África antes de lo pensado. Nos referimos a un continente árido, con escasez crítica de agua, suelos degradados, hambre y una población trashumante, huyendo en masa hacia lugares con mejores posibilidades. Para la obtención de madera se debe hallar soluciones que encuadren dentro de las metas de sostenibilidad.

Nieve artificial en Rusia “para no perder los paisajes invernales”. El cambio climático ya está con nosotros. No perdamos de vista los avisos que nos envía cada vez con mayor frecuencia. Su más recientes mensajes fueron las inusuales y benignas temperaturas en el invierno. Rusia, ante la escasez de nevadas, decidió colocó nieve de escenografía para conservar el ambiente navideño. Esto que parece un chiste no debemos pasarlo por alto. La anomalía climática es seria, no es broma, no es para mañana, es para hoy. Ahora mismo está golpeando nuestras puertas con fuerza. Veremos cómo se presentan los calores este verano. Ojalá no se rompa el récord de 40ºC en Siberia, de 2019. Los PPM de CO2 en la atmósfera no paran de crecer. Ante estos hechos urge revisar los cronogramas de reducción de emisiones.

La década que recién empieza pinta nubarrones negros. ¿Podemos cambiar esto? En SGK-PLANET pensamos que sí. Nuestra propuesta es convertir los 2020 en la Década de Oro, y plantearnos la posibilidad de derrotar el cambio climático en diez años. Esto, además, ayudaría a reactivar la economía. Sabemos que no es fácil, sin embargo pensamos que el Homo sapiens puede lograrlo. Pero es necesario preparar el proyecto, vislumbrarlo, soñarlo y realizarlo, como hicieron los londinenses en la peor parte que les tocó de la Segunda Guerra Mundial.

Un ejemplo de imaginación, temple y creatividad. En pleno ataque de Londres, durante la Segunda Guerra Mundial, en el sótano de algún edificio, a la luz de las velas porque ni electricidad había, cuando ya todo parecía perdido, se reunían algunas personas y planificaban la reconstrucción de su ciudad. En medio del ulular y el fragor de los incesantes bombardeos alemanes no perdieron la fe ni la esperanza de ver a su “City” reedificada, próspera de nuevo, con sus casas, escuelas, hospitales, parques, jardines y museos vueltos a la alegría de la vida, tal como ocurrió poco tiempo después. Lo vislumbraron, lo soñaron y lo realizaron. En sus mentes se creó la victoria mucho antes de finalizada la guerra.

Lo que se vislumbra tras el COVID-19. A pesar de que esta guerra que nos ha plantado el virus es de una nueva naturaleza, completamente distinta a una confrontación bélica tradicional, nos traerá una situación similar a una postguerra. Los meses o años venideros estarán signados por una crisis económica muy dura. Ésta se presentará en forma de cierres de negocios, desempleo, rescates de empresas, subsidios al paro, recesión y, a menos que se ataje a tiempo, una depresión económica mundial. Así las cosas, debemos iniciar la reconstrucción post COVID-19 desde ya, tal como hicieron los londinenses y preparar nuestras mentes para ayudar a superar la situación por más difícil que sea. Arrancar los negocios y el trabajo, siempre que las condiciones estén dadas, por ahora son los temas más urgentes, porque de ello depende la subsistencia de los miles de millones que vivimos en este planeta.

Hacer de los 2020 la Década de Oro. El binomio clima-economía es la doble crisis que nos tocará navegar en los 2020 para impedir la catástrofe climática. Es posible convertir la crisis en oportunidad. La Década de Oro significaría la derrota del cambio climático en diez años, no más allá de 2030. La Década de Oro, además de acelerar la lucha contra el cambio climático, sería el motor para superar la crisis económica, crear nuevas oportunidades, nuevas fuentes de trabajo y reducir la pobreza crítica. Esta hiper actividad redundaría en cambios profundos en el planeta y aumentaría la calidad de vida de todos.

Se acaban los tiempos de los adjetivos. En cuanto al cambio climático, la era de los adjetivos debe quedar atrás.  Se abre la época de los sustantivos. Ya no caben palabras que nadie entiende, teorías irrealizables, modelos que requieren de mediciones inmedibles y de controles incontrolables. Son tiempos de acciones prácticas, de soluciones visibles y resultados cuantificables. Los adjetivos deben quedar solo para nombrar los colores de los nuevos vehículos eléctricos.

En diez años deben terminar las emisiones de gases de efecto invernadero. La industria petrolera, del carbón, y de otros combustibles fósiles están a tiempo de reconvertirse a la nueva realidad. Sabemos que es un inmenso desafío que requerirá de mucha decisión, sabiduría y coraje. Pero deben entender que el tiempo de los combustibles fósiles terminó. Pronto quedarán en el pasado. La gente del petróleo y el carbón deben vislumbrar las nuevas oportunidades que se presentarán durante la crisis.

Crisis climática y reactivación económica. La revolución sostenible, planificada a diez años, es una inmensa oportunidad para crear millones de puestos de trabajo, reactivar las empresas y recuperar el sistema financiero. Hay cantidades de tareas por delante. Estas son solo algunas: alcanzar la electromovilidad; la generación de electricidad mediante energía solar, energía eólica, energía mareomotriz; la siembra masiva de árboles, la limpieza de los océanos, la descontaminación de ríos y lagos, la creación de empaques de nueva generación y materiales biodegradables, la siembra de peces para recuperar los cardúmenes, la elaboración de materias primas más sanas, la construcción de ciudades verdes, etc. Si nos proponemos hacer esto en diez años, aunque sea en un 70% u 80% ya sería un tremendo éxito.

Las COP de los fabricantes. Se pudiera pensar en algo como una especie de COP-F, adicional a las COP existentes. Las COP-F serían las conferencias de los fabricantes de un nuevo mundo o planeta sostenible. Este conglomerado, por supuesto, estaría coordinado por la ONU. Las tareas prácticas hay que dejarlas en manos de los ensambladores de autos eléctricos, los productores de paneles solares fotovoltaicos, los fabricantes de aerogeneradores, las empresas que producen baterías de litio, las que se encargan de producir e instalar electrineras y muchas otras actividades, como las ya nombradas, son imprescindibles para alcanzar la sostenibilidad. Éstos y sus trabajadores serían los héroes de la revolución sostenible. Con ellos se facilitaría transitar el camino desde un mundo caótico, como el de hoy, hasta un planeta sostenible. Con esta gente práctica no caben teorías esotéricas ni posibilidades para adjetivos. Las reuniones semestrales o anuales de las COP-F generarían metas y resultados fácilmente cuantificables y permitirán conocer en cualquier momento el estatus individual y global. Algo que hoy día es imposible.

El gran problema del financiamiento. Desde la primer COP, (1994), hace 25 años, el aspecto económico ha sido la causa de los escasos avances. Esto fue lo que dinamitó el Protocolo de Kioto en 2009, y el aplazamiento, año tras año, de los temas relevantes impidiendo alcanzar las metas propuestas. Ahora bien, debido al coronavirus millones de empresas han tenido que dejar de operar, en una situación sin precedentes, cuyas repercusiones económicas aún son incalculables. Si se imponen los intereses particulares de cada país, sector o grupo, y no se logra una mediana unidad respecto al binomio clima-economía se perderá la gran oportunidad de derrotar con un solo tiro la crisis climática y la crisis económica.

El mundo tiene que arriesgarse, aún a expensas de una inflación implícita en la obtención del dinero. La inflación es manejable, en cambio la depresión económica puede salirse de control y sería mucho más larga y dolorosa que una inflación. Es como para pensarlo.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss